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PACO MARTÍNEZ SORIA
TODA UNA VIDA DEDICADA AL TEATRO
REVISTA AMA 1 DE JUNIO DE 1973

Un hombre sencillo. Estatura mediana, siempre sonriente. Catalán en ejercido, pero baturro de convicción. Ha llegado a representar más de tres mil veces la misma obra teatral. Su salida a escena ya es motivo de carcajada. Hablamos de Paco Martínez Soria, toda una institución en el teatro. Cómico que ha dejado escuela entre los demás cómicos españoles. Es el abuelo del teatro y del cine. Comenzó muy joven en el teatro y a los 70 años de edad todavía continua con su compañía, la misma que formo hace 30 años, haciendo las delicias de los espectadores de todas las provincias españolas.

-¿Dónde nació usted?

-En Tarazona de Aragón; por que hay dos. Está Tarazona de la Mancha. De allí era mi gran amigo extinto ya, don José Isbert. Cuando una vez trabajamos juntos decía: “Que no nos confundan el de la Mancha soy yo.” El llevaba lo de la Mancha siempre muy en serio.

-¿Qué estudio de pequeño?

-Yo estudie en Barcelona, por que a los 5 años me trasladaron allí. Estudié en los Misioneros del Corazón de Maria, y termine el bachillerato a los 17 años. Nos preparábamos  en el colegio y nos examinaban en el instituto de la calle Balmes. A esa edad deje los estudios, por que yo noté que para mis padres era una carga penosa el que yo estudiara una carrera. Mi padre era funcionario del estado, y el dinero no era demasiado para la familia. Pensé en trabajar. Además, yo tenía el “veneno” del teatro y estudiar era someterme a una disciplina tremenda de una carrera, de una obligación, y yo amaba la libertad. El teatro me la iba a proporcionar, como lo he comprobado mas tarde. Por tanto, me coloqué en una casa  de comercio, como meritorio. Era una casa de maquinaria, en la que permanecí muchos años.

-¿Cómo se divertía de pequeño?

-Los Misioneros del Corazón  de Maria notaron en mí una predisposición para interpretar, para hacer cosas, y los fines de curso, cuando se hacia el festival de reparto de premios, me daban a mí la parte más difícil: los discursos, los versos y los diálogos. Me entretenía, en las horas de recreo del colegio (recuerdo que había unos escombros en lo que fue la iglesia de la calle Claret, la iglesia vieja) con una carretilla vieja, desvencijada. Con el marco de aquella carretilla, yo me hice un teatro de polichinela. Hicimos una valla de piedras superpuestas formando un recinto. La entrada costaba tres cromos. Entonces pasaban los muchachos y yo les hacia polichinelas a trabes de aquel marco de la carretilla desvencijada. Aquel era mi entretenimiento. Yo siempre sentí una predisposición para entretener a los demás.

-¿Cuál fue su primer trabajo?

-De meritorio en una casa de tubos de hierro y maquinaria. Llevaba cartas, paquetes… Todas esas cosas que hacen los meritorios a los 16 años. Recuerdo que ganaba doce duros al mes.

-¿Qué recuerda con agrado de aquella juventud?

-Yo recuerdo pocas cosas. No iba a bailar, ni era deportista, no tenía mas que afición a la agrupación de ex alumnos del Corazón de Maria, que hacíamos nuestra función los domingos. Luego mas tarde, me pase a otra función en donde dejaban trabajar con una mujer. En el colegio teníamos que hacer funciones de teatro católico, sin mujeres; los padres no lo consentían. Entonces me fui al centro de San Antonio, en la calle de Córcega, en donde dejaban hacer la función  con la intervención de una mujer. Luego, con 2 mujeres. Allí  estuve hasta los 19 años. Luego, me “fichó” una entidad recreativa en la barriada de Gracia que se llamaba El Artesano. Aquello ya era un teatro como de profesionales. A los 20 o 21 años ya fui director de aquella compañía. En El Artesano de Gracia salieron, después que yo dos actores que hoy son profesionales: Ángel Picazo y Sazatornil.

-¿Siempre fue actor cómico?

-No. Cuando comencé en el teatro de aficionado hacia de todo. Dirigía las tragedias más tremendas. Como todos los aficionados, me gustaba lo dramático. Pero yo, cuando vi que a la hora de repartir comedias (estrenábamos una función todos los domingos) en los personajes cómicos tenia una gran dificultad, porque no me parecían buenos los que intervenían en las cosas cómicas, entonces saqué en consecuencia que lo difícil era lo cómico. Yo, buscando dedicarme a lo más difícil, me dedique a la cosa cómica en el teatro.

-¿De quien o de donde aprendió la comicidad?

-De nadie. Yo puedo hacerte una confesión: hasta los 23 años, en que me casé, no pude ir a un teatro profesional a ver, de espectador una función. Todos los compañeros de la entidad iban a ver funciones. Yo, como estaba muy ocupado con dirigir con los ensayos,  con preparar los decorados y las ropas, tenia ocupadas todas las horas que me permitía mi trabajo en la casa de maquinaria. No tenía tiempo de ir al teatro; aparte, no tenía dinero. La primera vez que vi teatro fue en el Poliorama, una comedia de Echegaray: El Gran Galeoto, que lo hacia don Enrique Borras y Guitart, de galán.

-¿A quien admiraba, en su juventud, como cómico?

-No se, por que ya te he dicho que no vi teatro hasta los 23 años. A Valeriano León le he conocido en los últimos 10 años de su vida. No vi trabajar a nadie. Era solamente mi imaginación la que producía las cosas.

-¿Cuál fue su primer dinero ganado en el teatro?

-Ya, en el Artesano de Gracia, me pagaban 30 pesetas al mes y un beneficio anual de paraguas, corbatas de los socios y unas 600 pesetas de los ingresos de taquilla. Como yo pagaba 12 duros de alquiler de mi piso, la mitad del alquiler ya me lo pagaba el teatro.

-¿Cuándo comenzó a sonar su nombre?

-En Barcelona comencé a sonar como director de teatro “amateur”. Todo el mundo que organizaba una función benéfica me llamaba. Al final, siempre me regalaban un sobre en el que había 500 pesetas. Cuando se promovió nuestra guerra, me llamaban el director de la barriada de Gracia. Entonces los profesionales me llamaron para dirigir una compañía de profesionales. Yo era muy conocido en Barcelona, pero en el resto de España, no. Después de terminada la guerra me enrolaron a la compañía de López Somoza y me trajeron al teatro Fontalva , de Madrid, entonces ya mi nombre apareció en la prensa y comenzó a sonar Martínez Soria con relación al centro de España y, sobre todo con relación a las empresas teatrales.

-¿Hábleme de su matrimonio?

-Me case y acerté. Yo soy un hombre que había nacido para casado. Las mujeres me habían gustado muchísimo, y el mejor camino era casarse. Precisamente me case en el Artesano de Gracia, con una de las hermanas de los actores que teníamos. Una muchacha que era espectadora. Una muchacha que hoy es mi mujer, la madre de mis hijos. Constituí la familia Martínez Soria, que hoy vive en Barcelona, muy bien, muy contenta de que papá sea Martínez Soria. Aunque, al principio, mi mujer era una detractora de mi profesión. A ella no le gustaba por que yo era el niño mimado de las chicas de la entidad. Ella tenía celos y cosas. Cuando yo la conocí, recuerdo que me dijo: “Bueno, si, pero usted tendrá que dejar el teatro.” “! Yo por usted lo dejo todo ¡”, le contesté. Y fíjese usted…

-¿Tiene hijos?

-Tengo tres hijas casadas. Ocho nietos y próximamente nueve. Luego tengo un hijo varón, que  es sacerdote, como sabe todo el mundo. Es escolapio y estoy muy orgulloso de él. Mas que mi hijo es un compañero, mi autentico amigo.

-¿Ha usted le hubiera gustado que su hijo hubiera sido actor?

-Nunca presione a nadie para que fuera actor. No se puede decir: “ Tú, tienes que ser medico, por que yo lo soy.”No, eso no se puede decir. Cada uno que sea lo que sea. Yo nunca le dije a mi hijo que tenia que ser sacerdote. Me sorprendió el primer día que me dijo que se iba a un seminario, incluso me pareció que fue una cobardía frente a la vida. Luego, me convencí de que era una vocación como fue la mía por el teatro; que lo hubiera dejado todo por el teatro.

-¿En cuantas obras de teatro ha intervenido usted?

-En muy pocas, de aficionado hice casi todo el repertorio. Desde el punto de vista profesional, cuando forme  en el teatro Borrás, de Barcelona, la primera compañía, en el año 1940, habré intervenido en unas treinta comedias nada más. De ellas  veintitantos estrenos, no mas. Lo que ocurre seque a mis comedias les he dado una cantidad de representaciones extraordinarias. De todas ellas, si usted va reduciendo aquellas comedias que yo he interpretado con más asiduidad, se convierten en 14 o 15. Quizás, reduciendo mas, se queden en 7 u 8: “ El Abuelo Curro “, “ Mi Cocinera”, “Anacleto Se Divorcia “, “La Ciudad No Es Para Mí “, “ La Educación De Los Padres”, “Que Hacemos Con Los Hijos”…En fin, unas 10 comedias  a las que yo he dado miles de representaciones, que, a la chita callando, yo voy haciendo. Opino que un Intérprete nato no puede hacer una creación cada mes, es humanamente imposible. Yo habré acertado en “El Abuelo Curro”, el sabio distraído de “Mi Cocinera” y 5 o 6 más. Papeles que yo considero que me han salido bordados, por que los he ido perfeccionando y modelando. Lo demás, como no soy un mal cómico, lo he hecho bien todo. Lo mió también le a ocurrido a Don Enrique Borrás, a Morano, a Tallavit, a esos grandes interpretes italianos, que eran grandes en 6 papeles. Lo demás lo hacían bien, pero creadores lo eran en 6. Entiendo que hacer muchos títulos desgasta al actor y no le deja serenidad para crear y estudiar ese personaje hasta el último detalle.

Paco Martínez Soria. Un actor amante de su hogar y de su trabajo, le gusta moldear sus personajes para sacarles el máximo partido. Por eso estrena pocas comedias. Pero sus obras son representadas en cientos de ocasiones, en Madrid y provincias. Es un amante de su trabajo y de su familia. Cuando tiene un día libre, toma el primer avión para pasar 24 horas con los suyos. Durante la conversación, en el camerino del teatro Eslava, de Madrid, el actor no deja de tomar agua mineral.

-Esque hoy he almorzado bacalao y tengo mucha sed, además el hablar me reseca la boca.

-¿Cómo le gusta que lo llamen Paco o Francisco?

-Prefiero que me llamen Paco. Todo el mundo me conoce con este nombre.

-¿Ha hecho mucho cine?

-Últimamente llevo hechas 30 películas. Estoy contento por que el cine ha sido mi gran afición desde que era estudiante. Ha sido como un medio, no como un fin. A raíz de hacer “La Ciudad No Es Para Mí” –película que ha batido todos los records de taquilla en España- me preocupé para seguir en ese camino, buscando un buen director, una buena empresa y haciendo esas películas mías que van de cara al pueblo, realizadas con la mayor dignidad posible.

-¿Por qué no le vemos a usted en televisión siendo un gran cómico?

-Me falta tiempo. Lamento no tener la capacidad que tienen algunos para hacer teatro, televisión y cine al mismo tiempo. Eso no lo puedo hacer, ni lo se hacer. Me  expondría a que saliera mal alguna de las cosas. Solamente he hecho una cosa en televisión y dije que en aquellas circunstancias no trabajaría más. Ensayamos solo dos horas y media y aquello salió de milagro. Yo pase un gran apuro por que no soy hombre que improvise. Yo preparo las cosas. A mi me gustaría hacer televisión, por que soy un gran espectador de televisión y por lo tanto soy un hombre que exige mucho de televisión. Me gustaría hacer mis funciones cómicas, por que veo que lo cómico en televisión esta por hacer. Nadie ha hecho gracia todavía en televisión. Yo,que tengo mi punto de vista y mi práctica sobre el hecho de hacer reír a los demás. Creo que en televisión me tendrían que dejar a  mí que hiciera cosas cómicas completas.

-En todos los años que lleva usted en el teatro,¿ha evolucionado el género cómico?

-Ha evolucionado. Lo que ha hecho posible esta evolución ha sido la cultura de los pueblos. El pueblo se muestra más culto que antes. Antes se reían con cualquier tontería. Hoy, una tontería por una tontería no les hace reír. Hoy es más difícil hacer reír por que hay que afinar más en el sentido humano, para que la comicidad surja espontánea, para que no se vea prefabricada. El pueblo necesita reírse; eso es “impepinable”.

-¿Un buen actor puede salvar un mal guión?

-En muchos casos, si

-¿Qué es el teatro para usted?

-Es el principio y el fin. Creo que no sirvo para otra cosa más que para pensar en la creación de personajes y darle distracción al pueblo. No pienso nada más que en el teatro. El resto es superfluo para mí. Incluso  soy distraído para las cosas que no son de mi profesión. No entiendo de política, ni de finanzas, ni de deportes. No entiendo de nada que no sea lo concerniente al teatro. Me he leído todo lo concerniente al teatro universal, traducido o en versión original. Yo no leo novelas por que no tengo por que entretenerme con la imaginación en un personaje de aquella novela. Yo tengo mi propia imaginación para inventarme una novela. Nunca vera usted en mi biblioteca novelas, sino libros de ciencia, de divulgación de viajes, y teatro sobre todo.

-¿Qué le ha enseñado el teatro?

-Me va enseñando a conocer la vida. Nadie me ha enseñado a hacer teatro. El teatro lo aprendí en la calle, en la vida misma, en el contacto con la gente. Cuando voy por la calle y veo una persona, enseguida me invento una historia  de la que puede ser intérprete aquella persona. Me paso la vida buscando humanidad en la propia humanidad.

-¿Volvería a ser actor si volviera a nacer?

-Siempre digo que volvería a ser del teatro. Si no actor, por lo menos portero o acomodador.

-¿Qué es lo mas importante para hacer reír al publico?

-No proponérselo. Esta es una pregunta que me la han hecho muchos que quieren ser actores cómicos. Siempre les he aconsejado: si quieres hacer reír, no te lo propongas. Porque en cuanto se den cuanta de que lo que quieres es hacerles reír, no se reirán.

-¿Se pone nervioso en los estrenos?

-No solamente en los estrenos sino en cualquier reposición. Siempre recomendaría al publico que las primeras representaciones no me las tuvieran en cuenta por que soy victima de los nervios.

-¿Qué le gusta hacer cuando no trabaja?

-Antes me gustaba mucho jugar al ajedrez. Soy entusiasta del fútbol, como espectador. El deporte me ha gustado desde joven y he cultivado como elemento físico. Pero como entretenimiento sedentario, me ha gustado: leer teatro o pintar. Cuando pinto un cuadro ya estoy deseando comenzar otro.

-¿Le gusta la música?

-Mucho; casi toda. Yo no se escribir –es una de las cosas que me gusta- ni pintar ni estudiar, si como fondo no tengo una radio que esté sonando. El silencio absoluto me molesta. Incluso la música moderna. Esa música que no entiendo del “ po,po,po”, que al rato me entra dolor de cabeza, por que no estoy preparado para ella, hasta esa música la soporto, si no tengo otra.

-¿Frecuenta  los lugares en donde se reúnen los artistas?

-No. Es un defecto en mí. No frecuento las peñas ni las reuniones ni las amistades. Tengo que preguntar siempre a mi secretario “quien es esta persona”, por que las olvido. Vivo sólo por mi teatro. Mi descanso es coger un avión y marcharme a mi casa de Barcelona. El estar con mis colonos y con mis cosas me distrae.

-¿Ha usted le hubiera gustado vivir en otro siglo?

-En todo caso me hubiera gustado nacer 200 años mas tarde. En contra de lo que muchos opinan, dentro de 200 años, la humanidad vivirá mucho mejor. Estamos buscando la forma para vivir mucho mejor que ahora.

-¿Qué personaje de la historia le hubiera gustado interpretar?

-Quizás me hubiera gustado hacer de Napoleón. No por lo guerrero si no por su vida intima, su tragedia interior. Yo hubiera hecho un Napoleón cómico. Con la amargura de su persona. Creo que era un hombre que no tenia felicidad interna y buscaba la felicidad en las guerras.

-La popularidad ¿le gusta?

-Si me gusta, pero no hago gala de ella, procuro no presumir de popularidad. No soy hombre que le guste que lo retraten mucho. Es mejor estar en el silencio y solamente asomarse al marco del teatro. A mi no me importa saber como eran Rafael, o Miguel Ángel, o Goya; lo que a mi me importa es su obra.

-¿Qué no le gusta de la vida?

-Lo que no me gusta de la vida es el egoísmo y la falta de sinceridad. Entiendo que el hombre debe ser consecuente con sus acciones y no puede hoy pensar de una forma y mañana de otra. Hay que ser sincero.

-¿Tiene amigos de verdad o de los que están solo alrededor suyo?

-Tengo amigos de esos que están alrededor y en el fondo les aprecio. Considero que estar alrededor mió  es un favor que me hacen. Amigo, amigo profundo, no tengo nada más que a mi hijo, el sacerdote.

-¿Borraría algún capitulo de su vida?

-He dicho que el hombre debe ser consecuente con sus actos. Si yo soy consecuente conmigo mismo no puedo decir que lo que hice antes estaba mal. Quizás me lamento de cosas que no estuvieran perfectamente hechas, pero volvería a hacerlas con todas las consecuencias.

-¿Le ha dado palos la vida?

-Al principio si. Yo  no soy un hombre que haya nacido rico, he nacido como la mayoría de los españoles. Hay muy pocos españoles ricos. Cuando leo las estadísticas de los millonarios que hay me hecho a reír. He sido hijo de un funcionario del Estado y me he criado en la modestia de una clase media. Ahora puedo decir que tengo millones. No por que haya pensado en ellos. Yo pensaba en trabajar  y en que las cosas me salieran bien. Yo recuerdo el haberme ido sin pagar de alguna pensión en Andalucía y me decían” usted no se preocupe. Usted  es un hombre muy grande, usted me pagara cuando sea, y vaya usted tranquilo”. Y me dejaban marchar sin ningún problema. Luego, les giraba. ¡Claro! Y les pagaba. Había que ser consecuente con la gente. Pero he pasado mis apuros. La taquilla, con mi trabajo, me ha dado toco con lo que disfrutamos mi familia y yo.

-¿Sale gente joven de su estilo en el teatro?

-Sale; pero no perseveran. Creo que solo mi compañía persevera durante 33 años sin disolverse. Hoy se forma una compañía para una temporada, tres meses, seis meses y cambian. Hay elementos, pero no perseveran como yo, que salgan por  los pueblos y resistan a trancas y barrancas. En el fondo, creo que no tienen vocación.

-¿Deja usted escuela en el teatro?

-Yo no he intentado nunca dejar escuela, pero si han trabajado cómicos conmigo como Sazatornil, Antonio Garisa o Juanito Navarro. Ellos han seguido en parte los trazos de mi línea. Toni Leblanc, cuando imita a ese señor de las gafas, viejo y refunfuñon, me dijo una vez: “Paco, ¿Por qué no me dejas hacer el tipo distraído ése?” ¡Si, hombre ¡yo mismo le di un texto que él  completó. Afortunadamente, no he pretendido enseñar a nadie, pero si he visto que alguien aprendía de mi modesta lección.

-¿Le falta algo en la vida?

-No. Tengo hijos, nietos, mujer, casa, trabajo, compañía, amigos que me estiman; tengo automóvil, tengo para comer. No quiero nada más. Siempre digo: mientras pueda trabajar, yo doy todo lo que tengo. Mientras pueda poner un cartel en una esquina, podré comer. Por lo tanto no tengo ambición de nada. Todo lo que me viene es consecuencia de una labor.

-Por tanto ¿es feliz?

-Completamente feliz. Aunque buscando, buscando, nadie sabe donde esta la felicidad completa. Mi hijo, el sacerdote, me dijo algunas veces: “Papá, confórmate, puedes ser feliz; trabajas mucho. Confórmate con la felicidad de que al final hay otra felicidad mucho más grande, pero debes esperar. Debes conformarte con lo que tienes”.

-Este es Paco Martínez Soria, el gran cómico de nuestro teatro. Un hombre que ha trabajado desde pequeño y que sus esfuerzos han contribuido para que su familia viva bien. Un hombre que como la hormiga ha ido poco a poco guardando en la despensa del saber teatral su labor diaria.

 

 

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