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UN ACTOR QUE LLEGA AL PUEBLO
REVISTA AMA 1 DE JULIO DE 1968
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Es menudo, humano, cordial.Hace teatro porque
se adivina que es algo que le viene desde muy atrás. Nació en
Tarazona. El mismo pueblo de Raquel Meller, Ángel Laborda y Paco
Ugalde.
-Son cosas del destino el que salieran de mi
pueblo tantos nombres famosos!
-¿Cuando empezó a hacer teatro?
-Yo creo que esta, como todas las
vocaciones, nacen con uno, y es dios quien la da.Los que no la oyen
son los que no aciertan a andar por la vida.
Paco Martínez Soria estudio en el colegio de
Los Misioneros Del Corazón De Maria.
-En mi familia nunca hubo nadie que se dedicara
a esta profesión. Mi padre, que era comisario de policía, se llevó
el gran disgusto de su vida al enterarse de que yo quería ser actor.
A los 20 años ya era director de cuadros
escénicos. Era un trabajo apasionante y aunque intervenía en varias
asociaciones de teatro para aficionados, su ilusión era dirigir y
montar obras.
-A mí, lo que de verdad me gustaba era hacer,
no ver el teatro.Tanto es así que hasta después de casarme no había
ido a ninguno como espectador.
La familia del actor es catalana y también lo
es su mujer Consuelo.
-Ella no quiere saber ni entender nada del
teatro. Y, sin embrago al teatro debo el haberla conocido.
Asistía como espectadora al teatro que en la
barriada de Gracia de Barcelona montaba Martínez Soria, y allí se
conocieron.
-Yo me enamore enseguida de ella y rápidamente
nos casamos. Por cierto que al pretenderla me dijo: “le acepto
siempre que deje usted el oficio de actor. “
Pero gracias a dios la condición no se cumplió
y Martínez Soria siguió adelante haciendo un teatro limpio, humano,
sencillo y emotivo: “su teatro” ese que él quiere hacer.
-Quiero llegar al pueblo por que entiendo que
el teatro nace de él y a través de la escena revierte de nuevo con
él, con sus problemas, sus pasiones, es verdad que son las mismas,
pero los estilos de vivirlas y sentirlas, no.
Los personajes que él crea tienen una nota
común de humanidad. Son seres de carne y hueso los que se mueven
por el escenario viviendo su vida.
-¿Cómo logra infundir tanta humanidad a sus
creaciones?
-Objetivamente tengo que enamorarme del
personaje. Tengo que interesarme por su vida interior, estudiarlo a
fondo y después – y esto es muy importante – buscarlo físicamente en
la calle. Por eso nunca podría hacer un hombre alto. ¡Yo no lo soy!
Esta claro que el actor necesita palpar los
tipos, verlos fuera de escena para luego llevarlos a ella. De ahí
que alguno de estos personajes famosos sean gentes conocidas,
familiares del actor incluso.
-Necesito copiar de la realidad: “El Abuelo
Curro” era uno de mis abuelos, un hombre de campo, y el de “La
Ciudad No Es Para Mi “, Uno de mis tíos. Yo necesito seguir
“viéndolos” al Interpretarlos tal como son fuera de la escena. Los
tengo que tener presentes así en la imaginación.
-¿Por que usted no hace teatro clásico?
-Se que podría hacer ese tipo de teatro.
Pero solo relativamente.Yo no he vivido aquella época y no sabría
donde encontrar la autentica humanidad los personajes. Solo podría
imaginarlos.
-¿No le gustaría alguna vez hacer teatro de
vanguardia?
-Es un teatro que me interesa para
conocerlo y leerlo, pero no para expresarlo.
Casi treinta años de profesión y con el doble
de títulos en el repertorio, Martínez Soria es en el panorama actual
del teatro español una institución.
-Soy un actor de poco bagaje, y de esto 57
títulos alguno de ellos perdura, otros no han vuelto a mi repertorio.
Los que vuelven son los más perfectos y con ellos me gusta
encontrarme con ellos.
-¿Qué diría de usted la historia del teatro?
-Dirá que he sido un conservador de lo
tradicional, de lo clásico español de este siglo.
-¿Y la gente como enjuiciará su labor?
-Dirá que he sido el último de los
intérpretes españoles que se ha dedicado a hacer un teatro para el
pueblo.
Sin embargo, el hombre que vive los tipos con
esa gran tensión dramática capaz de llegar a las gentes no se siente,
ni se ha sentido nunca identificado con ninguno de ellos.
-Personal mente, soy distinto a todos ellos.
Estoy a gusto con ellos, eso si, por que si no, no los haría.
-¿Tiene usted autores preferidos?
-Para mi todos lo son. Me ocurre como los
toreros, el solo hecho de vestirse de luces o de intentar estrenar
ya es un rasgo de valor. Porque dedicarse al teatro supone tener
valor ¿sabe? Yo siempre les pido que escriban sin pensar en
intérpretes, que viertan libremente sus ideas dramáticas y cómicas.
Así podrán conseguir una independencia literaria. El ponerlo en pie
ya es otra labor. ¡Esa es la del intérprete!
En estos últimos tiempos Martínez Soria ha
hecho televisión y cine. En octubre empezara una nueva película con
Pedro Lazaga, y en Enero otra con José Luís Sáenz De Heredia.
-¿Cree que en cualquiera de los tres: cine,
teatro o televisión, el personaje es para el actor, o debe ser este
para el personaje?
-En teatro el personaje escrito es para el
intérprete: pero por compensación éste debe saber darle vida exacta.
Si no, el personaje será malo. En el cine y en televisión la labor
del intérprete es muy relativa. Debe ceder un poco de su capacidad
interpretativa para admitir las otras circunstancias: dirección, luz,
sonido, y otras cosas ajenas a él. En el teatro el espectáculo es
siempre continuado y en el cine y la televisión esta truncado.
Con Martínez Soria se inicio un modo especial
de hacer y ver el teatro, y con él va a terminar. Ninguno de sus
cuatro hijos continuara la tradición. El hijo que lleva su mismo
nombre ingreso hace 10 años en los Escolapios. De él habla, con gran
orgullo el actor.
-Al principio me contrario por que mi mayor
ilusión era que hubiera estudiado una carrera, y haberle montado un
buen laboratorio o una farmacia. Lo cierto es que a él nunca le
gusto el teatro. Pero a mi si, a mi me hubiera gustado que él o
alguna de sus hermanas hubiera sentido esta vocación teatral.
En Octubre se casa su hija pequeña Maria
Eugenia con un arquitecto. Sus otras dos hijas: Nati y Consuelo
están casadas y son madres de familia que le han dado a don paco 7
preciosos nietos.
-Me gustaría que alguno siguiera mis pasos.
Pero por ahora solo a Rosa, una de mis nietas le gusta bailar y
parece que le tira un poco todo esto.
-¿Vienen a verle trabajar con frecuencia?
-Ya lo creo. No puede figurarse la de
“hinchas” que tengo en la familia. Aunque a veces los mayores hasta
me ponen pegas.
Detrás de sus gruesas gafas a Don Paco se le
humedecen de emoción los ojillos picaros solo de pensar que alguno
de los suyos siga sus pasos, mejor dicho: continúe su vida entera,
su vocación, y esa para la que él alienta y vive.
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